A pesar de que el consumo de alcohol no representa una causa directa de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, están relacionados indirectamente. El consumo prolongado y excesivo de la sustancia tiende a afectar al sistema inmunitario y a los pulmones, incrementando el riesgo de padecer la patología.
Además, es frecuente la asociación entre el consumo crónico y excesivo de alcohol con el consumo crónico de tabaco. Muchas personas que fuman también beben alcohol.
Así mismo, el alcohol puede interferir con la efectividad de los medicamentos utilizados. En especial, con los antibióticos y los esteroides.
El alcohol afecta el mecanismo de defensa de las vías aéreas superiores, modifica la pared de los alvéolos y causa disfunción de los macrófagos alveolares. Estos últimos son la principal célula del sistema inmunitario en los pulmones.
En la defensa de las vías aéreas superiores participa el sistema de trasporte mucociliar. Este se encarga de limpiar el moco y las partículas contaminantes que ingresan en las vías respiratorias, sacándolas y provocando tos para la expulsión.
El alcohol paraliza los cilios, lo que impide que la vía aérea superior limpie los patógenos y las sustancias irritantes que ingresan. Por ende, las partículas entran al espacio alveolar.
En el alvéolo, los irritantes o patógenos tendrían que ser eliminados por los macrófagos. Sin embargo, en los casos de consumo crónico de alcohol y enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la actividad de los macrófagos está disminuida. De esta forma, falla la capacidad de respuesta y de limpieza. Se genera susceptibilidad a neumonías.
Por otra parte, el alcohol disminuye la producción de surfactante y modifica la permeabilidad de las paredes alveolares. Esto impacta en la barrera de protección y genera más susceptibilidad aun a las infecciones.
La presencia de patógenos en el espacio alveolar activa las vías oxidativas que usan los macrófagos para eliminar patógenos. Esto genera la liberación de factores inflamatorios sistémicos que aumentan el estrés oxidativo y la liberación de radicales libres.
Además, el estado proinflamatorio afecta las barreras celulares y disminuye los niveles del antioxidante glutatión. Todo se combina para incrementar los síntomas de la EPOC en los pacientes que consumen alcohol y favorecer la lesión pulmonar.
La recomendación principal para los pacientes con EPOC es dejar de fumar y disminuir la exposición al humo del tabaco ambiental. Pero no hay que pasar por alto el efecto del alcohol para hacer las recomendaciones a estas personas afectadas con bronquitis crónica o enfisema.
Aunque el consumo crónico de alcohol no representa una causa de EPOC, influye en la exacerbación de la enfermedad. Por ende, las personas fumadoras crónicas, con factores de riesgo pulmonares o que ya padecen la patología, deberían eliminar el consumo de alcohol de sus ingestas.
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