La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) es una enfermedad crónica grave que supone un problema de salud pública de gran magnitud. No solo representa la cuarta causa de muerte en nuestro país, sino que genera altos costes para nuestro sistema sanitario.
Entre las principales causas de morbimortalidad y costes asociados al proceso asistencial de la EPOC se encuentran las exacerbaciones o agudizaciones, debido a su carácter incapacitante, precursor de comorbilidades y a los costes directos e indirectos derivados de los ingresos hospitalarios de las que son causantes. De hecho, según la Guía Española de EPOC (GesEPOC), los pacientes que han sufrido dos o más agudizaciones moderadas o una o más graves en el año previo, se consideran de alto riesgo, ya que ven elevado su riesgo de morbilidad y de mortalidad.
Por tanto, es absolutamente necesario prestar atención a los pacientes con fenotipo agudizador que atendemos en el entorno de la Atención Primaria. Lejos de ser casos aislados, representan una proporción de entre un 35% y un 50% de los pacientes con EPOC. Además, presentan características propias: sufren una afectación de la función pulmonar caracterizada por obstrucción fija al flujo espiratorio y un empeoramiento de sus síntomas respiratorios con incremento de la disnea, tos o expectoración, que puede acompañarse de taquicardia, taquipnea y alteración del intercambio gaseoso.
al como concluimos los profesionales reunidos en la segunda edición de la reunión científica Respiramos, patrocinada por AstraZeneca, urge instaurar un protocolo que, desde el sistema sanitario y el proceso asistencial, nos permita identificar a tiempo a los pacientes con Síndrome de Agudización en EPOC (SAE) y tratarlos adecuadamente.
Por un lado, podemos ayudar a los pacientes a limitar la frecuencia e impacto de las agudizaciones estableciendo una serie de medidas en el proceso de seguimiento: insistir en cada consulta sobre la necesidad de evitar el consumo de tabaco, ser cuidadosos en la valoración del paciente en fase estable -vigilando el grado de control de la enfermedad mediante cuestionarios-, modificar el tratamiento del paciente si es necesario, y revisar la adhesión terapéutica no solo en la consulta médica, sino también en la consulta de enfermería.
Por otro lado, es prioritario instaurar un tratamiento adecuado a las características personales (...)
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