Este es un examen estándar mediante el cual se mide la cantidad y la velocidad del aire inhalado y exhalado durante un período de tiempo.
Con frecuencia se solicita para evaluar una amplia gama de enfermedades pulmonares, comprobar su gravedad e indicar la estrategia de tratamiento a realizar.
Durante la prueba, el paciente está sentado y apoya los labios sobre una boquilla; se le pide que tome la respiración más amplia y profunda posible y luego que sople lo más fuerte y rápido posible.
Este esfuerzo máximo es muy importante y se repetirá la prueba al menos tres veces para obtener los mejores resultados.
Esta medida refleja la rigidez o elasticidad de los pulmones y la caja torácica, así como la fuerza de los músculos respiratorios.
Los volúmenes pulmonares se suelen estudiar mediante pletismografía corporal: básicamente se mide la cantidad de aire que pueden contener los pulmones.
El paciente se sienta en una cámara hermética transparente con una pinza de ropa sobre la nariz y respira contra una boquilla.
Esto le proporcionará al médico la cantidad de aire que queda en los pulmones al exhalar normalmente y cuánto queda al exhalar tanto como sea posible.
El volumen pulmonar también se puede medir inhalando nitrógeno o helio a través de un tubo durante un período de tiempo, siguiendo el mismo procedimiento.
Permite evaluar la capacidad de transportar los gases respiratorios del aire respirado a la sangre y viceversa.
Se hace que el paciente respire monóxido de carbono en una sola respiración; luego se mide la concentración de monóxido en el aire exhalado y la diferencia entre la cantidad de monóxido inhalado y la cantidad de monóxido exhalado muestra qué tan rápido pasa el gas de los pulmones a la sangre periférica.
Hay varias condiciones que requieren una prueba de función pulmonar.
Generalmente, es utilizado por el médico tratante para: