El consumo de tabaco es la primera causa evitable de mortalidad en los países desarrollados, y solo en nuestro país causa más de 60.000 muertes al año. Las cifras de consumo se mantienen elevadas en España a pesar de los esfuerzos realizados en los últimos años con los cambios legislativos.
Es posible que el nuevo escenario que se establece a partir de ahora con la financiación de la medicación para la deshabituación tabáquica logre disminuir estos datos.
Hasta ahora la falta de financiación de estos tratamientos ha constituido un obstáculo para que los fumadores logren abandonar el consumo, e incluso para que soliciten ayuda para realizar un intento de abandono. La SEPAR (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica) hace años realizó dos propuestas para financiar estos fármacos: una mediante la realización de contratos de riesgo compartido entre la industria farmacéutica y los sistemas de salud, y otra en la que se establecerían unas condiciones a cumplir por parte del fumador y del profesional sanitario prescriptor. Existe soporte científico que apoya la financiación de los fármacos para lograr mayores tasas de abandono y que un mayor número de fumadores realice un intento serio de cesación3. Así, en una revisión Cochrane sobre este tema se demuestra que existe un efecto favorable de la financiación en cuanto a abstinencia a seis meses (RR 1,7). Además, el hecho de tener financiados los tratamientos aumentaba el número de pacientes que realizaba algún intento (RR 1,11), lo cual incrementa sus posibilidades de éxito.
El tratamiento del tabaquismo consiste en la combinación de tratamiento psicológico y farmacológico. Los fármacos de primera línea aprobados con este fin son la terapia sustitutiva con nicotina (TSN), el bupropion y la vareniclina, todos ellos de reconocida eficacia y seguridad. Sin embargo, en la actualidad, tras los cambios introducidos recientemente por el Ministerio de Sanidad, solo los dos últimos se financian por el sistema público en España. Cada paciente responderá mejor o peor a cada tipo de tratamiento en función de sus características y comportamiento respecto al tabaquismo. Por ello, cuantas más opciones farmacológicas tenga disponibles el profesional sanitario que se encarga de diagnosticar y tratar al fumador, más ventajas podrá ofrecerle y más beneficios obtendrá el consumidor. A esto se añade que la relación coste-efectividad de estos tratamientos es mayor que los tratamientos de otras enfermedades crónicas como la hipertensión arterial. De hecho, la intervención en tabaquismo se considera la intervención “por excelencia” de todas las preventivas.